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  Las complicaciones de la vida con hijos y trabajo mas la distancia geográfica que nos separa hacen más difícil el continuar al mismo ritmo de parrandas y amanecidas de antes.  Sin embargo a pesar de todo esto la amistad continúa más fuerte que nunca pues al madurar podemos apreciar mejor lo que vale.  Compensan las oportunidades de reunirnos en verano y aún en los EE.UU.. 

El 24 de diciembre de 1996 El Nuevo Día publica un artículo describiendo como por 22 años Marrano sigue preservando la tradición y pasándola a nuestros hijos.  Es una gran satisfacción ver el fruto de algo que nos propusimos hacer cuando éramos prácticamente muchachones.

En las navidades del 97 tuvimos parrandas como en años atrás - en Arecibo en casa de la familia de Elie, en casa de Julito en Parguera, en casa de los Robert y Magaly Lebrón en San Germán y en el Rosario de Hormigueros.